miércoles, 23 de mayo de 2012

Roberto Arias Pérez



ROBERTO ARIAS PÉREZ: (1923)




Nació en Bogotá el 15 de diciembre de 1923. Hijo de don Enrique Arias Molano y de doña Cecilia Pérez H. Casó con doña Gloria Nieto y tuvieron una hija, Gloria.

Entró a estudiar al Liceo Francés y luego entró al Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, se doctor en derecho en 1946. En 1949, becado por el Gobierno de Francia recibió el título de doctor en la Universidad de París en Altos Estudios Internacionales y en el Instituto de Derecho Comparado. En 1951, becado por el Curatorium de la Academia de Derecho In­ternacional de la Haya. Luego ingresó a la Federación Mundial de Asociaciones Pro-Naciones Unidas, con sede en Ginebra, como consejero para Asuntos Latinoamericanos, y posterior­mente director general de la Oficina Latinoamericana, en Nue­va York y representante permanente ante la ONU; Director de la Oficina de Educación con sede en París; representante ante la UNESCO y secretario adjunto de la Federación Mundial. En 1957, subgerente de la Compañía de Seguros Fénix. Desde 1958 hasta 1984 director Administrativo de la Caja de Compensación Familiar Colsubsidio. 1986-1990, rector. Ha recibido varias con­decoraciones entre las cuales se destacan: la gran cruz de Boyacá y Nuevos Libertadores del gobierno de Colombia, Or­den del Sol del gobierno del Perú, orden al mérito del gobierno del Ecuador, orden al mérito de la Segundad Social, Orden de las Artes y de las Letras del Gobierno de Francia. Actualmente se dedica a sus asuntos particulares

EL RECTORADO
(1986-1990)

La elección se realizó el 14 de octubre de 1986, con la partici­pación de los siguientes colegiales de número: Andrew William Abela Maldonado, María Victoria Cruz Santana, Helena Mercedes Daza Bustamante, Cristina Díaz Glauser, Gabriel Estrada Uribe, Marta Lucía Moreno Pardo, Hernando Lucas Gaitán Leal, Alois Miguel Gitterlé Santamaría, Fidel Lozano Gallardo, Juan Pablo Radziunas Pulido. Tomó posesión del cargo el 24 de octubre de 1986.

Vicerrector el doctor Álvaro Daza Roa; vicerrector doctor Gus­tavo de Greiff Restrepo; vicerrector doctor Jorge Aurelio Díaz Ardua: vicerrector doctor Sergio Calle Acosta; consiliario doctor Darío Ca­dena Rey; consiliario doctor Nemesio Camacho Rodríguez; consi­liario doctor José María de Guzmán Mora; consiliario doctor Carlos Lleras de la Fuente; consiliario doctor Luis Eduardo Puerto Ramírez: consiliario doctor Guillermo SalahZúlela; síndico doctor Carlos Castillo Sanmiguel; secretario general doctor Santiago Jaramillo Villamizar; secretaria general doctora Ximena Tapias Delporte; se­cretaria general doctora Angélica Uribe Gaviria; secretaria general doctora Martha Penen Lastra.

La rectoría del doctor Roberto Arias Pérez fue explicada en el discurso que pronunció el día de su posesión como rector:

  1. "lo. Avivar la mística rosarista, que no puede desfallecer y que debe ser motor permanente que impulse la vida del Alma Mater y vínculo afectivo que una a todos los rosaristas, sin distinción de profesión, oficio, partido político, raza, posición social o económi­ca. La gran familia rosarista debe unirse y ayudarse, para hacerse sentir como legítima y respetable fuerza de opinión;
  2.  En un ambiente de mutuo respeto y dentro del marco jurídi­co de los reglamentos y Constituciones del Colegio, indispensables para que impere el orden que el Rosario, como toda agrupación humana necesita, debe estimularse el diálogo cordial entre los dis­tintos estamentos del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosa­rio, puesto que entre los unos y los otros no debe haber antagonismos, teniendo en cuenta que alumnos, profesores y traba­jadores estamos unidos por un mismo binomio: aprender y enseñar;
  3. La educación no puede limitarse a instruir: debe procurar el mejoramiento integral de la calidad humana del educando. Por ello deberá hacerse todo lo necesario para que los alumnos del Rosario no solo adquieran conocimientos académicos, sino formas de com­portamiento individual y social que los distingan en la sociedad como seres humanos dignos, justos, responsables, generosos, inteligentes, conscientes de sus derechos, pero también de sus deberes;
  4.  Tratándose de una Universidad PRESENCIAL y no de las llamadas "a distancia", la puntual asistencia de profesores y alum­nos es esencial, para poder llevar a cabo los programas docentes que han de garantizar la muy alta calidad académica que se requiere. Yo sé que al pedirles puntual asistencia a los señores profesores, no les solicito algo fácil, pues son todos ellos eminentes profesionales, que tienen que atender múltiples compromisos. Sé que ellos aceptan la cátedra como una especie de apostolado, de servido social docen­te, pero justamente porque sé que están impregnados de ese espíritu de generosidad, me atrevo a rogarles que se unan, fervorosamente, a la cruzada que hemos de emprender para incrementar en todos los estudiantes, un gran entusiasmo por aprender, por progresar, por des­tacarse, por ocupar un lugar entre los mejores. Dada la gran compe­tencia en el mercado del trabajo, no basta poseer un título universitario para abrirse camino en la vida: hay que ser un excelen­te profesional, si se desea salir adelante. Por eso y por el prestigio del Rosario, lucharemos constantemente contra la mediocridad, que en gran parte es responsable del subdesarrollo de Colombia;
  5. El alumno no debe ser considerado solamente en fundón de lo que ha de ser, sino de lo que es, pues no es simplemente un "recep­tor de conocimientos", sino un ser humano, con todos sus atributos. Para comprender la humanidad hay que tratar de verla con los ojos del alma, pues sólo así podrá tratarse de escudriñar los secretos de la mente, los misterios de los sentimientos y los laberintos de la inte­ligencia. Por eso es importante que profesores y decanos conversen con sus alumnos, para tratar de entenderlos y ayudarlos;
  6. El bienestar estudiantil debe ser objeto de especial aten­ción por parte de las directivas y su acción debe estimularse a fin de brindarle, al estudiante, el bienestar material e intelectual a que tiene derecho;
  7.  Deben identificarse las actividades extra programáticas que tiendan a desarrollar, en los estudiantes, la afición por la lectura, la música y demás manifestaciones del arte. Con tal propósito se organizarán conferencias, mesas redondas, cine-foros, conciertos, excursiones, concursos, etc. Igualmente se pedirá la colaboración de los profesores para adquirir libros de actualidad que registren las nuevas tendencias en cada disciplina. Además de los libros, se comprarán revistas científicas, puesto que ellas registran, con más oportunidad, los nuevos hechos, descubrimientos y teorías;
  8. Se incrementará el intercambio con otras universidades na­cionales y extranjeras; 
  9. Se buscará una mayor integración entre las distintas de­pendencias del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, de tal suerte que profesores y alumnos de las diferentes facultades y de la Quinta Mutis, se sientan más unidos y más solidarios;  
  10. Se considera que los conocimientos teóricos deben com­pletarse con un mayor acercamiento a la realidad social y económi­ca del país. Con tal fin se incrementarán las prácticas y las visitas que faciliten una verdadera compenetración con los problemas y recursos de nuestro país.

Goza el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario de un só­lido y merecido prestigio, pero no puede exponerse a dormir sobre sus laureles. Todo el personal del Rosario, los profesores, los alum­nos, los decanos, los antiguos alumnos, los colegiales y el personal administrativo estamos en la obligación, diaria y constante, de afian­zar más y más el buen nombre de la Institución. En este momento de la historia, la forzosa emulación que se plantea entre las universidades las obliga a buscar, cada instante, su perfeccionamiento. La veloci­dad con que se presentan, en el panorama mundial, los fenómenos sociales, científicos, culturales y económicos, impone un ritmo acele­rado en el manejo de las instituciones, so pena de perder el buen nom­bre conquistado tras esfuerzos de muchos años. Sin pretender jamás desconocer los nobilísimos ideales que inspiraron las actuales Cons­tituciones del Colegio, hay que buscar nuevos caminos que, de acuer­do con la época, nos permitan seguir siéndoles fieles. Cuando faltar, el espíritu y la iniciativa, por amor a la nefasta rutina, se cae en el precipicio de las buenas intenciones, limbo en donde flotan desorde­nadamente programas de gobierno, promesas y declaraciones que jamás pudieron convertirse en hechos. Los sistemas que hicieron la grandeza de la escuela de Platón, en los jardines de Acodemos, en la Grecia antigua, constituyen un maravilloso legado de talento que no podemos desperdiciar, pero forzoso es reconocer que la educación ha evolucionado y sigue evolucionando. Por respeto al espíritu aca­démico, que es el que busca la excelencia de las artes y las ciencias, tenemos que dotarlo de los métodos modernos que le permitan transmitir los conocimientos, en la forma más eficiente? La tradición debe ser respaldo, apoyo, bagaje de experiencias, presencia de la historia, respetable herencia, pero no debe ser ancla que se arroje en el mar del tiempo, para detener el viaje hacia el progreso.

La marcha no puede detenerse. Los problemas de nuestro país son cada día más angustiosos: violencia, miseria, ignorancia, desnu­trición, narcotráfico, guerrilla, desempleo, parecen haberse apode­rado de esta sufrida patria nuestra. Su dolor es el nuestro y la tarea de vencer esos males corresponde a todos nosotros: a los que hemos vivido más de la mitad de la vida y a los que apenas la comienzan. Es deber de los que hoy tratamos de enseñar y de los que se encuentran aprendiendo. Por eso los unos y los otros, erradicando de nuestras mentes cualquier sentimiento egoísta, tenemos que unirnos para tra­bajar por Colombia. El esfuerzo que se requiere no es fácil, pero ten­go la convicción de que tampoco será estéril si ustedes, los jóvenes de hoy, se proponen, con empeño sincero, luchar contra el sub-desarrollo, contra el delito, contra la ignorancia, contra la apatía, contra el odio, contra la indiferencia, contra el egoísmo. Si no creyera, como creo, en esta juventud rosarista, jamás habría aceptado esta Recto­ría. Ahora, al hacerme cargo de ella, reafirmo mi fe en Colombia, mi fe en el poder de la educación, mi fe en los ideales de este Colegio Mayor, mi fe en la juventud y mi fe en que Dios, generoso y compren­sivo, ha de ayudarnos en esta lucha por la conquista de un mundo en donde la libertad no se limite a permitir un esporádico voto y una crítica al gobierno, sino que involucre liberarse de la miseria y de la angustia; un mundo en donde el enfermo no muera, falto de dinero, en las puertas de los hospitales., en donde no fallezcan de hambre, tantos niños diariamente; en donde el secuestro, la matanza, el homi­cidio, el saqueo y el chantaje desaparezcan; un mundo, en fin, en don­de los derechos humanos no sean sólo un ideal, sino también una realidad. ¡Oh maravillosa responsabilidad que pesa sobre nosotros, rosaristas, pero especialmente sobre ustedes, jóvenes que tienen la fuerza, la inteligencia, el ardor, la voluntad de una juventud con sed de progreso, de aprender, investigar, trabajar y triunfar!

Es tan firme mi fe en ustedes, jóvenes rosaristas, que a pesar de que ya había optado por mi retiro parcial de la vida activa en Colombia, me reincorporo ahora, entusiasta, a un trabajo que sé ha de ser tenaz, duro e intenso y que forzosamente ha de mermar los años de mi existencia, pero mientras haya posibilidad de ha­cer algo más por el bien del país, tenemos que seguir luchando. Con lograr que la llama que anima esa voluntad de servir, no se extinga y más bien pase, de mano en mano, iluminando las mentes de los jóvenes rosaristas, podremos decir, cuando llegue el momento en que no tengamos fuerza para seguir sostenido esa antorcha de paz, de libertad, de justicia y de amor que la tarea personalmente ha concluido, pero que la obra seguirá adelante y no se extinguirá jamás.

El doctor Arias Pérez le entrego la rectoría al doctor Gustavo de Greiff Restrepo.


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